A veces nos preguntan por qué elegimos este camino. Por qué pasar horas recolectando plantas, macerando a fuego lento, formulando desde lo simple. Y la respuesta es clara: porque creemos en otra forma de cuidar la piel.
Una que sea coherente con la tierra, con el cuerpo y con el tiempo que todo necesita.
En Somos Tierra no solo hacemos cosmética natural. Hacemos un tipo de cuidado que nace de nuestro bosque del Prepirineo, donde crecen nuestras plantas medicinales. Las cultivamos o recolectamos a mano, en su momento justo, con la calma que la naturaleza nos pide. Creemos que el ritmo de la naturaleza es también el ritmo del cuerpo, y por eso todo en nuestra cosmética sigue ese pulso lento y consciente.
Cosmética natural con alma
Para nosotros, la cosmética natural no es solo una etiqueta. Es una forma de entender el cuidado. Lo que te pones en la piel entra en contacto directo con tu organismo, con tu historia, con tu día a día. Por eso queremos que esté hecho con ingredientes reales, reconocibles, vivos.
Cada ingrediente que usamos tiene un porqué. No buscamos fórmulas complejas ni texturas artificiales. Buscamos eficacia desde lo simple. Desde una caléndula que ha crecido bajo el sol, desde un aceite vegetal prensado en frío, desde una infusión recién hecha. Así es como entendemos la cosmética natural: desde la raíz hasta la piel.
Lo que no somos (y por qué)
No usamos químicos sintéticos ni ingredientes que vienen del otro lado del mundo sin saber cómo se han producido. No creemos en eso. No somos una marca eco porque esté de moda. No hacemos greenwashing. No vamos con prisas ni buscamos crecer a toda costa.
No nos interesa lanzar veinte productos nuevos al año ni tener envases brillantes con palabras vacías. Preferimos repetir una fórmula mil veces si funciona. Preferimos decir no a algo que no sentimos, aunque esté de moda. Porque creemos que el cuidado empieza por la coherencia.
Procesos lentos, intenciones claras
Lo que sí hacemos es mirar las flores, tocar la tierra, esperar a que el aceite macere lo que tiene que macerar. Cada pastilla de jabón, cada champú sólido, cada crema tiene detrás un proceso lento y lleno de intención. Nada de eso se puede acelerar sin perder su esencia.
Maceramos nuestras plantas en aceites durante semanas. Secamos las flores a la sombra para que no pierdan su color ni sus propiedades. Formulamos pensando en pieles reales, en necesidades concretas, en texturas que inviten al ritual diario.
Una cosmética natural que conecta
Porque para nosotros, la cosmética natural no es solo lo que pones en la piel. Es todo lo que pasa antes: desde cómo se cultiva el romero hasta cómo decides cuidarte esa mañana. Es una forma de estar más en conexión contigo, con el entorno y con los ritmos más sabios que muchas veces olvidamos.
Hacemos lo que hacemos porque creemos que se puede vivir más despacio, más cerca, más en conexión. Y si eso empieza por lo que te pones en la piel cada día, entonces ahí queremos estar. Acompañándote con fórmulas honestas, con plantas locales, con procesos respetuosos y con la firme intención de cuidar sin artificios.
Cuidar como acto cotidiano
Crear cosmética natural es, para nosotros, una forma de resistencia suave. Una forma de recordarnos que el cuidado no es lujo ni capricho, sino una necesidad básica que merece atención consciente. Cada vez que alguien elige uno de nuestros productos hecho con plantas del bosque, sentimos que algo pequeño, pero importante, se mueve.
Gracias por estar aquí, por leer, por elegir otra manera. Seguiremos con las manos en la tierra, las plantas al sol y la convicción intacta. Porque esto no es solo cosmética natural. Es una forma de vida.
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