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Plantas medicinales: entre la sabiduría popular y los mitos modernos

Las plantas medicinales nos han acompañado desde siempre. Estaban en los huertos, en las mochilas de los pastores, en los remedios de las abuelas y en los libros de botánica que olían a polvo y sabiduría.
Hoy las vemos en herbolarios, redes sociales, envases reciclables y hasta en cosmética de lujo. Y sin embargo… siguen rodeadas de mitos.

Hay quien las sobrevalora, quien las teme, quien las confunde con supersticiones o las cree inofensivas por ser “naturales”.

Así que vamos a poner un poco de orden. Porque las plantas medicinales no son ni milagrosas ni inofensivas: son poderosas.

Y merecen que las tratemos con respeto y conocimiento.

Mito 1: Si es natural, no hace daño

Este es uno de los mitos más peligrosos y más repetidos.

Que algo sea natural no lo convierte automáticamente en seguro. El veneno de serpiente es natural. La cicuta es natural. Y tú no querrías una infusión de ninguna de las dos, verdad???

Muchas plantas medicinales tienen principios activos potentes. Algunas pueden interactuar con medicamentos, otras no se deben tomar durante el embarazo o en ciertas enfermedades.

Por eso es tan importante informarse antes de usarlas. Porque lo natural también necesita conocimiento.

Mito 2: Todas las plantas medicinales sirven para todo

Otro clásico. Hay quien cree que con una planta se cura desde un resfriado hasta un trauma de la infancia. Y no.
Cada planta tiene unas propiedades concretas, un uso, una dosis y una forma de preparación que marca la diferencia entre un remedio eficaz y una simple agua caliente con sabor.

Por ejemplo, la manzanilla calma el estómago, sí, pero no es buena para todos los ojos si se usa en lavados.
La menta es digestiva, pero puede irritar en casos de acidez.
La lavanda relaja, pero no es mágica.
Y así podríamos seguir.

Las plantas medicinales no son comodines. Son herramientas específicas. Y hay que aprender a usarlas bien.

Mito 3: Son un invento moderno del marketing ecológico

Pues no. Las plantas medicinales están en la base de la medicina tradicional de todos los pueblos del mundo.
Antes de que existieran laboratorios, ya se usaban plantas para aliviar, curar, proteger y acompañar procesos de salud.

Lo que ocurre hoy es que han vuelto a ponerse de moda. Pero eso no significa que sean una invención reciente.

Lo que sí es nuevo es el marketing. El envoltorio bonito. Las etiquetas que dicen “con extracto de…” cuando ese extracto es un 0,0003 % de la fórmula.

Por eso, si quieres usar plantas medicinales de verdad, mejor que estén enteras, bien recolectadas, secadas con cuidado… o directamente cultivadas por ti.

Volver a lo simple es a veces lo más revolucionario.

Mito 4: Si la tomaba mi abuela, será buena para mí

Cuidado con esto. El saber popular es una fuente valiosísima… pero también es importante entender que no todo lo que se hacía en el pasado era ideal.

La ciencia ha avanzado, y hay usos tradicionales que hoy sabemos que no son adecuados.

Por ejemplo, algunas plantas que antes se usaban en niños ahora se sabe que no son seguras.

O se usaban dosis poco precisas que hoy se pueden ajustar mejor.

No se trata de desconfiar del saber de las abuelas, sino de actualizarlo con cariño y rigor.

La tradición y la ciencia no están enfrentadas: se complementan.

Mito 5: Cuanto más tomes, mejor te irá

Otra idea peligrosa.

Las plantas medicinales no funcionan como los caramelos. No se trata de “más es mejor”, sino de “lo justo es lo eficaz”.

Tomar demasiadas infusiones al día puede saturar al cuerpo, cargar al hígado o simplemente hacer que el organismo se acostumbre y ya no responda igual.

Además, hay plantas que requieren descansos en su uso.

Y otras que se deben tomar en momentos concretos del ciclo o del día.

Menos cantidad, más constancia. Esa es la clave.

Entonces… qué hacemos???

Si alguna vez te has sentido perdida entre infusiones, nombres latinos y consejos contradictorios… tranquila.
No necesitas hacer fórmulas caseras ni estudiar herboristería.

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