Hay sabores que nos transportan a la infancia, y el del regaliz de palo es uno de ellos. Ese gusto entre dulce y terroso, que invita a morder y a seguir masticando como si fuera un secreto del bosque. Pero detrás de ese sabor inconfundible hay una historia larguísima y una planta medicinal poderosa que lleva miles de años cuidando cuerpos, gargantas y pieles.
Un poco de historia
El regaliz (Glycyrrhiza glabra) es una planta originaria de Asia y del Mediterráneo, y ya era conocida por egipcios, griegos y chinos hace más de 3000 años. En las tumbas de los faraones se han encontrado raíces de regaliz, y no por capricho: se creía que ayudaba a los difuntos a emprender su viaje al más allá con energía. Hipócrates lo recomendaba para aliviar la tos, y Dioscórides, en su famoso De Materia Medica, lo citaba como remedio contra la sed y las afecciones respiratorias.
En la medicina tradicional china se conoce como gan cao (hierba dulce), y todavía hoy se utiliza como armonizador: una planta que suaviza el efecto de otras y ayuda a equilibrar el cuerpo. En la tradición herbal europea también ha sido muy apreciada, tanto por monjes y boticarios medievales como por curanderas rurales que la usaban para calmar el estómago y suavizar la voz.
¿Y por qué el regaliz de chuchería se llama así???
Porque su origen es precisamente el mismo. Durante siglos, el “regaliz de palo” se vendía tal cual: trozos de raíz seca para masticar, con ese sabor dulce natural que se debe a la glicirricina, un compuesto hasta 50 veces más dulce que el azúcar. Con el tiempo, en el siglo XIX, los fabricantes de golosinas empezaron a extraer esa sustancia para crear los primeros caramelos de regaliz. De ahí salieron las tiras negras que conocemos hoy, aunque, seamos sinceros, lo que encontramos en muchas “chucherías” modernas tiene poco que ver con la planta original… Lo auténtico sigue siendo el palo, ese trozo de raíz que guarda toda la esencia.
Cuándo y cómo se recolecta
La raíz de regaliz se recolecta cuando la planta ya ha acumulado su energía bajo tierra, normalmente entre finales de otoño y principios de invierno, después de que las hojas se hayan secado. Es entonces cuando la raíz está más cargada de principios activos y dulzura natural. Se extraen las raíces más viejas, se limpian y se dejan secar en un lugar ventilado, lejos del sol directo. Una vez secas, pueden conservarse durante años sin perder sus propiedades, ya sea enteras, en trozos o molidas para obtener el polvo que usamos en nuestras fórmulas.
Propiedades del regaliz: un pequeño laboratorio natural
La raíz de regaliz está repleta de compuestos activos con propiedades antiinflamatorias, antivirales, digestivas y calmantes. Es una de esas plantas todoterreno que se ganaron su fama por mérito propio.
Para el cuerpo
El regaliz ayuda a proteger el estómago y el sistema digestivo. Se utiliza tradicionalmente para aliviar gastritis, úlceras y digestiones pesadas gracias a su capacidad para calmar las mucosas y reducir la acidez. También es un excelente aliado del sistema respiratorio: suaviza la garganta, calma la tos y facilita la expulsión de mucosidad. En épocas de frío, un té de regaliz con tomillo y miel es un clásico de herbolario que nunca falla.
Además, su efecto adaptógeno ayuda al cuerpo a gestionar mejor el estrés y el cansancio. Algunos estudios modernos confirman que la raíz de regaliz modula la respuesta del cortisol (la hormona del estrés), aportando energía sostenida sin sobreestimular.
Para la piel
El regaliz también cuida por fuera. En Somos Tierra lo utilizamos en forma de polvo, directamente molido a partir de la raíz seca. Así mantenemos intactas todas sus propiedades.
El polvo de regaliz contiene glabridina y liquiritina, dos compuestos con efecto antiinflamatorio, antioxidante y suavemente despigmentante. En cosmética natural, el regaliz ayuda a calmar rojeces, equilibrar el exceso de grasa y unificar el tono de la piel. Por eso es tan útil en pieles con tendencia al acné o que necesitan una limpieza profunda sin perder su equilibrio.
Del bosque al taller artesanal
Cuando elaboramos nuestras mascarillas —la antiacné y la detox—, el regaliz en polvo se convierte en un ingrediente clave. En la mascarilla antiacné actúa como un regulador suave de la producción de sebo y como calmante de las inflamaciones típicas del acné (esas rojeces que pican y duelen). En la mascarilla detox, se une al carbón vegetal y a las arcillas para ayudar a limpiar profundamente, pero dejando la piel nutrida y luminosa, no tirante.
Es curioso: una raíz que antiguamente se masticaba para calmar la garganta ahora se convierte en un bálsamo para la piel. La misma dulzura que protege las mucosas internas actúa también sobre la piel, que al final no deja de ser otra membrana sensible que necesita cuidado y respeto.
Un dulce que sana
Más allá de sus beneficios, el regaliz tiene algo que lo hace especial: su sabor. Ese dulzor natural, que no empalaga, tiene algo profundamente reconfortante. Tal vez por eso ha acompañado a tantas generaciones. En muchas zonas rurales de España todavía se pueden encontrar raíces de regaliz que crecen cerca de los ríos o en suelos arcillosos, y no falta quien las arranca para llevarse un trozo al bolsillo y masticarlo durante el camino. Es un gesto antiguo, casi ritual, que conecta con la tierra de una manera directa.
Y como casi todo lo bueno, también hay que usarlo con mesura. El consumo excesivo de regaliz puede elevar la presión arterial o alterar los niveles de potasio, por lo que conviene disfrutarlo con moderación, especialmente si se toma en infusiones concentradas o extractos. En cosmética, en cambio, su uso externo es seguro y muy agradecido: da luz, calma y ayuda a cicatrizar pequeñas imperfecciones.
Regaliz, raíz de dulzura y equilibrio
Podríamos decir que el regaliz es una planta de carácter amable. Ni demasiado fuerte ni invasiva. Endulza, armoniza, suaviza. En la tradición herbal se la considera una “mediadora”, capaz de unir energías y equilibrar fórmulas. Por eso aparece en tantas recetas y preparados, combinando bien con plantas más intensas como el jengibre, el ginseng o la cúrcuma. En cierto modo, es la diplomática del mundo vegetal: ayuda a que todo funcione mejor, sin robar protagonismo.
Una planta dulce que sigue cuidándonos
Si te apetece probarlo en su forma más pura, busca raíces de regaliz naturales (sin endulzantes añadidos). Puedes:
- Masticar directamente el palo, como se ha hecho toda la vida. Es un excelente sustituto natural de los dulces.
- Preparar una decocción, hirviendo unos trozos de raíz durante 10 minutos y dejando reposar. El resultado es una infusión dorada, suave y ligeramente dulce, perfecta para la garganta.
Y si lo que buscas es sentir su poder en la piel, prueba nuestras mascarillas con regaliz:
- Mascarilla antiacné, con regaliz, ortiga y arcilla verde, para pieles que necesitan purificar y calmar.
- Mascarilla detox, con regaliz, carbón activo y salvia, para limpiar en profundidad y devolver luminosidad natural.
Ambas elaboradas con plantas del bosque prepirenaico, cultivadas o recolectadas a mano, con el ritmo de la tierra y el respeto que merecen.
La raíz que conecta dulzura y fuerza
El regaliz de palo es mucho más que un recuerdo de infancia. Es una raíz ancestral, dulce y poderosa, que sigue cuidándonos desde dentro y desde fuera. En tiempos en que buscamos volver a lo natural, el regaliz nos recuerda algo esencial: lo más simple puede ser también lo más sabio.
Y en Somos Tierra, cada vez que añadimos su polvo dorado a nuestras mascarillas, recordamos eso mismo: que las plantas, si se las escucha, siguen siendo las mejores maestras.
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