El invierno no solo enfría el ambiente; también transforma la manera en que nuestra piel respira, se hidrata y se defiende. La piel en invierno entra en un estado de vulnerabilidad que muchas veces pasamos por alto hasta que aparecen las rojeces, la tirantez o ese aspecto apagado que ninguna luz parece arreglar. Comprender qué sucede realmente bajo la superficie es el primer paso para cuidarla con lo que necesita de verdad: calma, nutrición y un poquito de sabiduría vegetal.
A qué se enfrenta la piel en invierno???
Vamos directas al grano: frío fuera, calefacción dentro. Una combinación simpática para nosotras, pero no tanto para la piel. El aire frío contiene menos humedad y, al entrar en contacto con la superficie cutánea, acelera la pérdida de agua. Luego entramos en casa y el aire seco de la calefacción termina de rematarlo. El resultado??? Una barrera cutánea que se vuelve más frágil, pierde estabilidad y deja escapar hidratación más rápido de lo que podemos reponerla.
Pero eso no es todo. El viento actúa como un exfoliante natural no solicitado, llevándose consigo parte del manto lipídico que nos protege. Y para rematar, en invierno producimos menos sebo y regeneramos más lentamente. Por eso una zona irritada o una pequeña descamación tardan más en recuperarse.
Aquí es donde las plantas medicinales llevan siglos echándonos una mano. La caléndula, por ejemplo, aparece en numerosos textos herbales como una planta calmante, emoliente y regeneradora de tejidos irritados, muy útil para procesos inflamatorios y sequedad propia del invierno. Algo similar ocurre con el malvavisco, cuyos mucílagos forman una película protectora que suaviza y retiene hidratación incluso en condiciones adversas. No hace falta que la piel “aguante”. Podemos ayudarla.
Cómo prevenir el deterioro de la piel en invierno
La prevención no tiene por qué ser complicada. Se trata de hacer que la piel sufra menos y conserve más.
• Evitar contrastes bruscos: bajar un punto la calefacción y proteger el rostro al salir ayuda mucho.
• Reducir la fricción: bufandas ásperas, lavados compulsivos o toallas rígidas pueden agravar la irritación.
• Aumentar la humedad ambiental: ventilar, usar humidificador o colocar un cuenco de agua cerca del radiador.
• Hidratarse por dentro: tanto con agua como con grasas saludables. La piel en invierno depende más que nunca del equilibrio interno.
Las guías herbales recuerdan que las plantas ricas en mucílagos y compuestos calmantes apoyan a los tejidos que tienden a secarse, lo que refuerza la importancia de una nutrición interna y externa más generosa.
Cómo cuidar la piel en invierno: una rutina sencilla y eficaz
1. Limpieza suave
En este momento del año, la piel no necesita “sentirse chirriante”, necesita sentirse respetada. El Jabón de Avena y Coco es perfecto para este paso: la avena calma, suaviza y reduce la irritación típica del frío, mientras que el coco aporta una espuma cremosa que limpia sin resecar. Es ideal para las primeras sensaciones de tirantez y para pieles que se vuelven más sensibles en invierno.
Las plantas y cereales ricos en mucílagos, como la avena o el malvavisco, han sido usados tradicionalmente para proteger y ablandar tejidos irritados, un recurso especialmente valioso para la piel en invierno, cuando la barrera cutánea está más vulnerable.
2. Nutrición profunda
Este es el corazón de la rutina. La piel en invierno necesita hidratación sostenida, lípidos nutritivos y antioxidantes que la ayuden a enfrentarse al frío, al viento y a los cambios bruscos de temperatura. Aquí es donde entran en juego los productos que realmente fortalecen, reparan y devuelven elasticidad.
El Serum Antiox es especialmente valioso en esta época del año porque reúne ingredientes que trabajan en distintos niveles de la piel:
• Ácido hialurónico, que atrae y retiene la humedad, algo fundamental cuando el ambiente está seco por culpa de la calefacción.
• Aceite de rosa mosqueta, cargado de ácidos grasos esenciales y provitamina A, que favorece la regeneración, mejora la elasticidad y ayuda a reparar marcas o irritaciones típicas del invierno.
• Arándanos en polvo, un ingrediente lleno de vida vegetal. Los arándanos son naturalmente ricos en antocianinas, compuestos antioxidantes que ayudan a proteger la piel del estrés oxidativo y a mantener un tono más uniforme y luminoso. En invierno, cuando el frío y el viento fomentan la inflamación y el apagamiento, este aporte antioxidante se vuelve especialmente útil.
3. Proteger la piel antes de salir
Antes de exponerse al frío o al viento, la piel agradece un pequeño gesto de protección extra. Aquí el Bálsamo Restaurador se convierte en un gran aliado. Su combinación de aceite de rosa mosqueta, aceite de ricino, manteca de karité, manteca de mango y frambuesas en polvo crea una película suave y nutritiva que actúa como escudo natural.
La rosa mosqueta ayuda a regenerar y mejorar la elasticidad; el ricino aporta una textura densa y protectora que reduce la pérdida de hidratación; las mantecas de karité y mango suavizan, nutren y protegen del viento; y las frambuesas en polvo añaden un toque antioxidante que apoya la defensa de la piel frente al frío.
Aplicar una fina capa antes de salir mantiene la humedad dentro, evita la tirantez y ayuda a que la piel en invierno se mantenga calmada y flexible incluso en los días más duros.
4. Exfoliar con suavidad
La exfoliación es importante en invierno, pero siempre desde la suavidad. Cuando el frío reseca la superficie de la piel, retirar células muertas ayuda a que los productos nutritivos penetren mejor y a que la piel recupere luminosidad. Eso sí, la exfoliación debe ser amable, nunca agresiva.
Nuestros exfoliantes sólidos están formulados precisamente con ese equilibrio en mente: azúcar, que actúa como agente exfoliante natural capaz de arrastrar suavemente sin irritar, y manteca de karité, que aporta una capa nutritiva que evita que la piel quede tirante o seca tras el uso. Esta combinación permite pulir la superficie de la piel mientras se mantiene protegida y confortable.
Usarlo una vez por semana es suficiente para apoyar la renovación de la piel en invierno, devolverle suavidad y prepararla para absorber la nutrición que venga después.
El invierno como recordatorio
El cuidado de la piel en invierno no va solo de productos; va de escucha. El frío nos empuja a bajar el ritmo, a nutrirnos, a reparar. Las plantas del Prepirineo que forman parte de la cosmética sólida de Somos Tierra —caléndula, lavanda, tomillo, salvia— están acostumbradas a sobrevivir a inviernos intensos. Y esa fortaleza vegetal es justo la que compartimos con la piel cuando trabajamos con ellas.
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